Fue en una carta enviada al presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Mons. Vincenzo Paglia, con motivo del 25° aniversario de la institución.

El Papa Francisco calificó al aborto y la eutanasia como uno de los «males gravísimos que nos hunden en la anti-cultura de la muerte», al tiempo que criticó los efectos del «sistema económico y la ideología del consumo». Fue en una carta enviada al presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Mons. Vincenzo Paglia, con motivo del 25° aniversario de la institución.

Francisco, que meses atrás comparó el aborto con «contratar a un sicario para resolver un problema» y a los nazis instó al organismo del Vaticano a continuar con «la denuncia del aborto y de la supresión de los enfermos como males gravísimos que contradicen el Espíritu de vida» que «hunden en la anti-cultura de la muerte». También defendió «la difusión de una sensibilidad contraria a la guerra y a la pena de muerte, así como un interés creciente por la calidad de la vida y la ecología».

En el documento que lleva como título «Humana communitas» (La comunidad humana), Francisco dio su visión sobre los cambios tecnológicos de los últimos años, refiriéndose a «las tecnologías de la información y de la comunicación, las biotecnologías, las nanotecnologías y la robótica».

«Somos plenamente conscientes de que el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido hoy en día de manera brutal, no solo por el comportamiento individual, sino también por los efectos de las opciones y de los acuerdos estructurales», añadió.

Para el Pontífice, la organización de las «ganancias económicas y el ritmo de desarrollo de las tecnologías ofrecen posibilidades nuevas para condicionar la investigación biomédica, la orientación educativa, la selección de necesidades y la calidad humana de los vínculos».

En su escrito, el Papa sostiene que los hombres y mujeres de hoy están desmoralizados y desorientados: «Todos estamos un poco replegados sobre nosotros mismos», lamentó mientras que achacó esta tendencia al «sistema económico y la ideología del consumo» que «manipulan» los sueños, «sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común».