Francisco evitó reconocer a Guaidó como presidente porque «sería una imprudencia pastoral». «Me metería en un rol que no conozco», explicó.
El papa Francisco dijo que teme «un posible derramamiento de sangre en Venezuela» y ofreció su ayuda si el chavismo y la oposición lo requieren. El Sumo Pontífice hizo estas declaraciones a la prensa durante el vuelo de vuelta de Panamá, donde encabezó desde el miércoles pasado la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El domingo pidió desde el país sudamericano tras el rezo del Ángelus «una solución justa y pacífica para superar la crisis respetando los Derechos Humanos y deseando el bien de todos los habitantes del país». Ahora llamó a «la grandeza a los que pueden ayudar a resolver el problema» ya que dijo que siente terror por «el problema de la violencia», en relación a la escalada de tensión en el país gobernado por el líder chavista Nicolás Maduro.
El Papa evitó pronunciarse sobre la posición del Vaticano al grupo de países que respaldaron la autoproclamación del titular de la Asamblea Nacional Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. «Eso sería una imprudencia pastoral, haría daño ponerse de la parte de unos países o de otros», consideró, en relación también a los gobiernos que apoyan a Maduro.
Francisco dijo que respalda «a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo». «Si yo entrara a decir hagan caso a estos países, o a estos otros me metería en un rol que no conozco», aclaró. En este contexto dijo que no le gustaba que se le definiese como «equilibrado». «Tengo que ser pastor», afirmó. Además dijo que si en Venezuela necesitaban ayuda para salir de la crisis «que se pongan de acuerdo y la pidan».
En relación a sus declaraciones sobre Venezuela en el Ángelus Francisco dijo que pensó mucho lo que quería decir y reiteró su deseo de «una solución justa y pacífica» para el país caribeño. El Sumo Pontífice explicó que quiso expresar su cercanía al pueblo venezolano, que dijo que «está sufriendo mucho por todo esto». Con este panorama de fondo, admitió: «Me asusta el derramamiento de sangre, y en esto pido grandeza a los que pueden ayudar a resolver el problema. El problema de la violencia a mí me aterra», afirmó.
Previo a su vuelta a Roma, el Papa pidió el domingo por una solución «justa y pacífica» a la crisis política en Venezuela, después de cerrar el mayor evento de la iglesia católica con la juventud en Panamá.
Poco después de oficiar una misa campal ante 700 000 personas con la que terminó la Jornada Mundial de la Juventud se refirió a la crisis venezolana, problemática que estuvo latente desde su llegada al país centroamericano.
«Aquí en Panamá he estado pensando mucho en el pueblo venezolano, al que me siento particularmente unido estos días», leyó el papa, al visitar un albergue gestionado por la Iglesia para ayudar a enfermos con el virus del VIH. Consideró que esa solución debe pasar por el respeto a los derechos humanos y el bienestar de todos los ciudadanos del país caribeño.
A fines de 2016 el Vaticano trató de mediar entre Maduro y la oposición de Venezuela, que cuenta con el respaldo de muchos obispos de ese país, pero fracasaron sus intentos de conciliación.
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