El 15% de los menores de 17 años trabaja o hace tareas domésticas intensivas, según la UCA. El segmento en el que más subió fue en la clase media.
El golpe que sufrió el mercado laboral por la recesión durante la segunda mitad de 2018 y la primera parte de este año tuvo una consecuencia secundaria: aumentó la cantidad de menores de 17 años que tienen que trabajar o hacer tareas domésticas intensivas. Este fenómeno afectó, especialmente, a la clase media. En los sectores más pobres, por el contrario, las cifras se mantuvieron estables.
Las últimas estadísticas de empleo reflejaron que, en el último año, se perdieron unos 270.000 puestos de empleo, según el Ministerio de Producción y Trabajo. Los sectores más castigados son algunos de los que más trabajo generan, como el comercio mayorista y minorista, la industria manufacturera o la construcción.
Este contexto para el mercado del empleo tuvo como efecto colateral un incremento en los índices de trabajo infantil, de acuerdo al estudio realizado por el Barómetro de la Deuda Social Infantil de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El 15,5% de los niños, niñas o adolescentes menores de 17 años realizan tareas domésticas intensivas -limpiar, lavar, planchar, hacer la comida, cuidar hermanos y hacer compras, mandados, juntar agua, buscar leña- o directamente trabajan, lo que el informe reconoce como «actividades económicas», es decir que «ayuda en un trabajo a un familiar o conocido, o hacen alguna actividad por su cuenta para ganar dinero desempeñándose como empleado o aprendiz».
Una característica particular que observó la UCA en su estudio fue que el incremento más claro se dio «en los estratos medios no profesionales y no pobres en términos monetarios». La hipótesis de los investigadores, según explicó Ianina Tuñón, quien estuvo a cargo del trabajo, es que «lo más probable es que se trate de comercios que no pudieron continuar teniendo un empleado y, para sostener el ritmo de trabajo, tuvo que incluir a las tareas a un hijo o hija».
En ese sentido, Tuñón reconoció como rubros probables en los que pueda tener lugar este tipo de fenómeno pequeños comercios sostenidos de forma familiar, kioskos y restaurantes. Los propietarios de estos negocios, que al mismo tiempo pueden ser los jefes o jefas del hogar, «tratan de mantener con recursos propios» el funcionamiento de sus locales, explicó la socióloga.
En los sectores más pobres de la sociedad el empleo infantil se mantuvo más estable, consideró el informe de la UCA, porque la propia dinámica de recesión y pérdida de puestos de trabajo redujo la posibilidad de encontrar empleos informales y temporarios -las changas- a las que tampoco tienen acceso en ese contexto los jefes o jefas de hogar. Una consecuencia paradójica es que esta situación «redundó en una merma de la brecha de desigualdad social». Al mismo tiempo, la contraprestación de asistencia a la escuela que tiene el otorgamiento de la AUH ayudó a bajar esas cifras.
«El trabajo económico, también, es más probable en los adolescentes entre 14 y 17 años que entre los niños/as más pequeños entre 5 y 13 años (18,3% y 6,5%, respectivamente). Asimismo, es mayor la propensión entre los varones que entre las mujeres (11,6% y 9,8%, respectivamente)», especificó el estudio.
«Lo novedoso de este incremento reciente del trabajo infantil es que el mismo creció en estrato sociales medios no profesionales y en el interior del país. Los más afectados siguen siendo los adolescentes, las mujeres cuando se trata de trabajo doméstico y los varones cuando son labores para el mercado», apuntó, por otra parte, el Barómetro de la Deuda Social Infantil.
Las últimas cifras oficiales que publicó el Indec reflejaron un 10% de trabajo infantil entre los niños y niñas de entre 5 a 15 años «que realiza al menos una actividad productiva», mientras que entre los adolescentes de 16 y 17 años la incidencia era mayor, ya que alcanzó al 31,9% en el total del país.
https://tn.com.ar/economia/la-perdida-de-puestos-de-trabajo-hizo-aumentar-los-indices-de-empleo-infantil-en-2018_968072