Una bacteria puede convertir sangre de los grupos A y B en O negativo.
Las transfusiones de sangre son esenciales porque los componentes sanguíneos son requeridos en múltiples situaciones, como accidentes, operaciones, trasplante de órganos, tratamientos oncológicos y pacientes con quemaduras graves. En Argentina se necesitan más de 4.000 transfusiones, pero según datos estadísticos en la actualidad los donantes no llegan al 2 por ciento de la población.
De todos los tipos de sangre que existen el más requerido es el grupo O negativo porque es el donante universal, es decir, que puede transferirse a cualquier otra persona independientemente de su grupo (A, B, AB o O) y su Rh (positivo o negativo).
Los cuatro grupos principales de sangre se diferencian en los azúcares añadidos a la superficie de los glóbulos rojos que reconoce el sistema inmunológico del ser humano. Si no corresponden con los del resto de la sangre el organismo los destruye. Los glóbulos rojos del tipo A tienen un azúcar determinado, mientras que el B presenta otro y el AB combina ambos. La particularidad del tipo O es que no añade ninguno, por lo que en ese caso no se activa el sistema inmune del receptor de sangre.
Ante eso la ciencia ha buscado la forma de convertir cualquier grupo de sangre en donante universal y puede que finalmente se haya dado con una forma más rápida y sencilla que cualquiera de los sistemas intentados hasta ahora para conseguirlo.
Investigadores de la Universidad British Columbia (Canadá) descubrieron que las enzimas extraídas de una bacteria del intestino humano, llamada Escherichia coli, pueden convertir sangre de los grupos A y B en el grupo O negativo.
El equipo de trabajo fue liderado por el bioquímico Steve Withers, quien presentó sus conclusiones en una reunión de la American Chemical Society, donde explicó que la técnica que desarrollaron es 30 veces más eficaz para retirar los antígenos de los glóbulos rojos que las que se usaron hasta ahora. Este descubrimiento podría facilitar de forma significativa el suministro de sangre y suponer una gran diferencia para situaciones de emergencia, comunidades aisladas o conflictos armados.
El grupo de investigación encontró enzimas en el microbioma intestinal humano que son capaces de romper las moléculas de azúcar de los glóbulos rojos gracias a técnicas de metagenómica. La pared del intestino contiene proteínas glicosiladas llamadas mucinas que contienen bastantes azúcares, algunos de los cuales son precisamente los mismos que los antígenos A y B.
“Al concentrarnos en las bacterias que se alimentan de esos azúcares, aislamos las enzimas que usan las bacterias para arrancar las moléculas de azúcar; luego produjimos cantidades de esas enzimas por medio de la clonación y descubrimos que eran capaces de realizar una acción similar con los antígenos sanguíneos”, explicó Withers.
Por otro lado, según los descubridores este tipo de enzima intestinal funciona con sangre completa, por lo que permite a convertir la sangre tomada de los donantes en grupo O negativa más rápido que si se procede a descomponer la sangre para aislar sus componentes.
En una entrevista televisiva, Withers dijo que cree que si todo sale bien y se comprueba que no es peligroso para las personas, en unos cinco años se podrá usar la enzima para transformar cualquier tipo de sangre. El especialista estimó que el procedimiento que se va a seguir será introducir la enzima en la sangre donada y almacenarla para luego que pueda ser usada cuando sea necesaria.
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